COMO RECOGER MIEL
EN VEZ DE PICADURAS
Poca gente se da cuenta de la importancia de las palabras que hablan. No hay manera de sobre enfatizar la importancia de lo que decimos y sin embargo, la mayoría de la gente no lo piensan, soliendo hablar sin pensar.
El escritor inspirador y clásico, Og Mandino, una vez se preguntó: “¿Por qué será entonces que tantos de nosotros hacemos lo imposible para ofender a otros con nuestra crítica y ofensivos juicios que suelen perseguirnos después? ¿Por qué permitimos a nuestras bocotas cavar hoyos tan profundos en nuestro camino que detienen nuestro progreso? ¿Será esto más que aquella “voluntad de fracasar” que ya se ha tocado?”
Él continuó comentando: “Si nuestra lengua ha estado ocupada acumulándonos enemigos, enemigos que no necesitamos y que pueden hacernos daño, no hay mejor momento que ahora para dejar de hacerlo. Qué triste sería que tan insignificante hábito destruya nuestro gran potencial”.
Otro escritor inspirador y clásico bien conocido describió los peores efectos de la crítica a quienes la reciben. Dale Carnegie, en su libro titulado “Cómo Ganar Amigos e Influir en la Gente” declara que “la crítica es inútil porque coloca a un hombre a la defensiva y suele animarle a justificarse a sí mismo. La crítica es peligrosa porque lastima el precioso orgullo del hombre, su sentido de importancia y despierta su resentimiento”.
Mis queridos lectores, Dale Carnegie nos recuerda, “Cuando tratamos con personas, recordemos que no estamos tratando con criaturas lógicas. Tratamos con criaturas emotivas, llena de prejuicios y motivada por el orgullo y la vanidad”. Nos advierte que “la crítica es una chispa peligrosa… una que pudiera causar una explosión en el polvorín del orgullo, una explosión que algunas veces apresura la muerte”. Carnegie continuó y brindó buenos ejemplos para sus planteamientos. “El General Leonard Wood fue criticado y se le impidió ir con el ejército a Francia. Aquel golpe a su orgullo acortó probablemente su vida. La crítica amarga empujó al poeta inglés, Thomas Chatterton, al suicidio”.
Recuerdo que el filósofo griego, Pitágoras, dijo una vez: “Una herida inflingida por la lengua es peor que la provocada por la espada ya que la última afecta sólo el cuerpo, mientras que la primera afecta al espíritu”.
En la Biblia, Santiago, el discípulo de Cristo, nos advierte del veneno de la lengua. Describe a algunos que intentan usar su lengua para alabar y bendecir a Dios y luego se voltean y la usan para hablar maldad contra otros”. “Con ella bendecimos al Dios y Padre y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así” (Santiago 3:9-10).
No podemos usar nuestra lengua para maldecir y hablar mal de nuestros hermanos y luego mantener nuestra relación con Dios “como si nada hubiese pasado”. La Biblia dice claramente que tal conducta de la lengua es característica de hipócritas. “El hipócrita, con la boca daña a su prójimo…” (Proverbios 11:9).
El gran maestro de todos los tiempos, el Señor Jesucristo, nos reveló que nuestras palabras son importantes. En Mateo 12:36-37, Él declaró: “Pero yo les digo que en el día del juicio todos tendrán que dar cuenta de toda palabra ociosa que hayan pronunciado. Porque por tus palabras se te absolverá, y por tus palabras se te condenará” (NVI).
Ciertamente, mis queridos lectores, este no es un mensaje negativo. Cuando comprendemos la importancia y poder de nuestras palabras, las podemos usar para bien. La palabra de Dios dice claramente: “En la lengua hay poder de vida y muerte…” (Proverbios 18:21, NVI).
vida es controlada por palabras. Repito, las palabras controlan la vida. Ellas desatan autoridad. Las palabras determinan el curso de los eventos. Ellas cuentan. ¿Qué deberíamos hacer al respecto?
Santiago reafirmó que: “Si alguien se cree religioso pero no le pone freno a su lengua, se engaña a sí mismo, y su religión no sirve para nada” (Santiago 1:26 NVI)
FUENTE: www.renuevodeplenitud.com/