martes, 25 de octubre de 2011

Relativismo Moral (Parte II)
P. Ramón Balaguer, s.j.
El relativismo moral se ha convertido últimamente en una barbaridad; tanto en los países Europeos como en Latinoamérica.
Hablamos de “Relativismo” cuando cada quien es dueño y señor de la verdad; y de “Moral”, a lo que es bueno o malo.  Por tanto, cada quien es dueño y señor de la verdad, de lo que es bueno o malo.
La postmodernidad ha eliminado toda metafísica y se ha alejado de la Teología, quedando la supremacía de la razón del hombre sobre todas las cosas; sin embargo no ha dado todas las respuestas que busca el hombre en su vida.
Las éticas europeas, fuera de la religión, dan dos destructivas formas de actuar: una es la guerra y la otra es la renegación de su ser hombres.
Nietzsche decía: “Cuando matamos a Dios, matamos al hombre”; y lo que se proclama por las calles es: “No existe la verdad, sino mi verdad”. Todo se nos hace indiferente y no nos importa lo que haga el otro siempre y cuando no nos toquen nuestros intereses.
Sartre exclamaba: “Todo esfuerzo es innecesario para la felicidad, el hombre tiene como fin la muerte” y “El hombre es una pasión inútil”.  Imaginemos pues el hombre ante la muerte sin alguna trascendencia; la vida sería un absurdo y nuestra libertad sería, como decía Sartre, una condena para el propio hombre.
El relativismo es muy antiguo teológicamente hablando; ya en el Génesis se hablaba de la creatura libre y dueña de sí misma, dándole sentido (poniendo nombres) a la creación. Dios, la creación y el hombre gozaron de una comunión plena. Pero su libertad, en posibilidad de optar por el mal, los traicionó y decidió, por elección propia, alejarse de Dios tomando con sus propias manos la justicia, matando al justo Abel y más adelante construyendo una torre para ser más que Dios.
El hombre llamado por el Amor, está destinado a amar y a vivir su vocación en Dios. Pero las consecuencias de sus actos malvados traen la muerte, miedo y desesperanza.
Los demás serán medios, no fines que irán como yo hacia Dios. Como Dios, el hombre es libre, pero con su posibilidad de amarle o separarse de Él (Por odio). No hay que ver a Dios como mi propia imagen, sino que soy yo la imagen y semejanza de Él.
La modernidad de la Revolución Científica es una búsqueda de ser dioses sin Dios. Los hijos de la razón han buscado, con sus razonamientos, todo tipo de respuesta que han traído desencanto, creyendo que todas las respuestas de la vida las tienen las ciencias científicas.
En la posmodernidad el hombre es más indefenso, carece de ideales y de metas por alcanzar;  además no tiene referencia alguna. El hombre ha renegado de su origen y por tanto, no tiene horizonte.
Si la ética es relativista, entonces se da la prioridad al utilitarismo y todo sería posible; como por ejemplo el caso del aborto que por la irresponsabilidad de uno (como violador) o por los dos (por acuerdo o por impulso) toman la decisión de aniquilar una vida humana que tiene existencia desde la concepción.
En la Epistemología actual (teoría del conocimiento hoy) sólo tiene verdad lo que se demuestra, lo evidente y empírico; pero la naturaleza del hombre como ser espiritual corpóreo se ha olvidado, por la imposibilidad de la ciencias empíricas.
El hombre no puede luchar contra el mal sin Dios. Es por eso, que la validez de todo lo bueno es lo que me conviene, representa una de las opciones  menos  acertadas para ser cada vez  menos satisfecho.
El divorcio no arregla nada. Lo que busca el hombre es disminuir su sufrimiento, no ser feliz en el amor aunque esto lo implique. Es por esto que sufren los niños y los cónyuges.
Cuando no hay verdad absoluta se recurre a la mentira y a las falacias. Creemos que los preservativos van a eliminar el SIDA. Hay que humanizar, no con preservativos para tener un gusto sexual, tratando a la pareja como mi objeto de complacencia, sino reconociendo su dignidad y vencer ese mal con Castidad y Amor.
  La incompletud del hombre, por sus necesidades biológicas, psicosexuales y espirituales, son un Don de comunión y  de manifestación de búsqueda del Ser que nos fundamenta: Dios. La sexualidad es aquello que somos y el uso indebido nos destruye. El hombre por ser sexuado busca estar completo.
En estos momentos los derechos humanos están siendo destruidos. Cuando Dios no existe para el hombre, todo es permitido. Lo bueno es malo y lo malo es bueno.
Ahora sin Dios, el hombre ya no es imagen y semejanza de Él, sino que dios es imagen y semejanza del hombre.
Dice Sartre: Por su libertad se hace a sí mismo. Pero al ser creado por Dios, su fin no está en sí mismo, sino en plenificarse y en realizarse en Dios y con Dios.
Los mandamientos y los sacramentos son una gracia y ayuda para nuestra felicidad. Es un camino para llegar a Dios y vivir en Dios.
El fin de la Teología para el hombre es proponer la verdad de la fe, abriéndonos al diálogo con distintas ideologías (Pluralismo).
Omar De Jesús Morel Batista, sdb.